20 Ene Foco en la salud para mejorar la calidad de vida
La salud es mucho más que la ausencia de enfermedad. Incluye el conjunto de habilidades de una persona o comunidad para adaptarse y autogestionarse ante los desafíos físicos, mentales, emocionales y sociales que les plantea su vida.
Dichas habilidades se irán adquiriendo a lo largo del tiempo con las diferentes experiencias a las que nos enfrentemos. Mirar la salud desde esta perspectiva implica que se puede aprender. También implica que nos cuestionemos si adaptarnos a un entorno enfermante puede no resultar saludable.
Además de lo anterior, la salud pone en juego el denominado sentido de coherencia; que implica que si comprendemos lo que pasa, tenemos herramientas para manejar los desafíos a los que nos enfrentamos o las podemos adquirir y apreciamos un sentido en el devenir de los hechos y nos orientamos hacia lo que queremos conseguir, sentiremos menos tensión y en definitiva más salud.
Podemos observar que la salud no es un estado de equilibrio pasivo, sino más bien un proceso inestable, de autorregulación activa y dinámica. Aunque nos gusta pensar en la salud ideal y perpetua más allá incluso de la muerte, el principio básico de la existencia humana no es solo el equilibrio y la salud, sino también el desequilibrio, la enfermedad y el sufrimiento. Es decir, la desorganización y la tendencia hacia la entropía está omnipresente en el organismo humano, como en cualquier otro sistema. La clave, será no perder de vista lo que podemos aprender de la naturaleza y de nuestra propia biología para ir a favor suyo en este baile constante de desequilibrio-equilibrio.
No podemos obviar los denominados recursos generales de resistencia, (RGRs) son factores biológicos, materiales y psicosociales que hacen más fácil a las personas percibir su vida como coherente, estructurada y comprensible. Los típicos Recursos Generales de Resistencia son: El dinero, el conocimiento, la experiencia, la autoestima basada en poner atención en tus logros, el compromiso contigo misma y con la comunidad, el apoyo social, el capital cultural, la inteligencia para poder comprender, los rituales, la visión de la vida y los hábitos saludables.
Si una persona tiene este tipo de recursos a su disposición o en su entorno inmediato, tiene más oportunidades para hacer frente a los desafíos de la vida. Estos recursos ayudan a las personas a construir experiencias coherentes. Sin embargo, más allá de poseerlos, lo importante es tener la capacidad para utilizarlos y para desarrollar dicha capacidad hay que practicar.
La coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos es clave para recuperar el equilibrio y desde esta perspectiva el sentir nos da la pista. La incomodidad nos servirá de guía para ver en qué aspectos hemos perdido esta coherencia, esta especie de guía interna.
¿Pienso en coherencia con lo que hago? ¿Actúo en coherencia con lo que digo y pienso?
Bibliografía
1. Huber M, Knottnerus J A, Green L, Horst H v d, Jadad A R, Kromhout D et al. How should we define health? BMJ 2011; 343 :d4163 doi:10.1136/bmj.d4163
2. Rivera de los Santos Francisco, Ramos Valverde Pilar, Moreno Rodríguez Carmen, Hernán García Mariano. Análisis del modelo salutogénico en España: aplicación en salud pública e implicaciones para el modelo de activos en salud. Rev. Esp. Salud Publica [Internet]. 2011
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